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Lima en movimiento

  • Rodrigo Romero
  • 26 jun
  • 3 Min. de lectura
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El pasado domingo 15 de junio, mientras todo el país se encontraba celebrando el día del padre, un sismo de 6.1 grados en la escala Richter sacudió las ciudades de Lima y Callao, dejando un saldo de una persona fallecida y algunos daños estructurales a lo largo del país.

Escribe: Rodrigo Romero

Es un hecho que este sismo nos asustó a todos. Sin embargo, dicho movimiento telúrico no fue la principal causa de preocupación entre la población peruana, sino lo que vino después. Varias réplicas se presentaron en los siguientes días, las cuales, aunque de reducida duración y magnitud, dejaron en claro que las placas tectónicas se estaban moviendo a un ritmo algo alarmante. Y lo peor no fue aquello, pues tan solo horas después del sismo del día domingo, el Instituto Geofísico del Perú (IGP) emitió una advertencia acerca de un posible terremoto de al menos 8 grados que podría presentarse en el país; esto producto de la enorme acumulación de energía sísmica en la costa de Lima, la cual data de más de 270 años.


Dicho anuncio no quiere decir que un terremoto de semejante calibre necesariamente vaya a ocurrir en los próximos días, pero sí es un claro recordatorio de que vivimos en un país altamente sísmico y que el hecho de que quizás no ocurran sismos (perceptibles) tan frecuentemente no quiere decir que estemos exentos de ellos.


Lo más probable es que hayas visto rondando por Tiktok o Instagram videos en los que se evidencian daños materiales que ha dejado el sismo del domingo; quizás el más popular de todos sea el de la Costa Verde, donde se muestra la gran nube de polvo que se generó a causa del deslizamiento de piedras. Lo cierto es que cada vídeo refleja una verdad incómoda de aceptar, pero que ya resulta muy evidente como para ser ignorada: Lima no está preparada para un terremoto de gran magnitud.


Quizás la principal razón por la cual se puede afirmar aquello es que existe una gran cantidad de viviendas ubicadas en zonas de altísimo riesgo. En ciertos sectores de Lima, se encuentran casas construidas en cerros empinados, suelos arenosos o zonas no urbanizables, donde el impacto de un sismo sería mucho mayor debido a la posibilidad latente de derrumbe o colapso. También es importante señalar que la mayoría de estas viviendas fueron construidas por los propios habitantes, sin ingenieros ni arquitectos. Se usaron materiales económicos y poco resistentes, los cuales difícilmente aguanten un movimiento telúrico de gran magnitud.


Otro aspecto a tener en cuenta es la falta de cultura sísmica en el Perú. Todos sabemos teóricamente qué hacer en caso de un sismo, pero cuando tenemos la oportunidad de practicarlo en los simulacros, no suele existir una gran participación por parte de la gente. Además, lamentablemente, en nuestro país existe una falta de prevención de desastres dentro del hogar muy notoria, lo cual se refleja en que muchas familias recién armaron su mochila de emergencia y establecieron planes en caso de sismo luego de que ocurriera uno, mas no lo habían hecho antes.


Todo esto, en suma, dio un resultado que, si bien no es nada despreciable, sí lo es en comparación a lo que podría ocurrir si es que no hay cambios. Luego de todo lo expuesto anteriormente, es válido preguntarse: si esto sucedió con un sismo de 6.1 grados, ¿qué podría ocurrir ante un terremoto de 8? No podemos evitar que ocurra un evento así, pero sí podemos reducir los daños que este nos ocasione.



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